REFLEXION SOBRE EL RENCOR Y EL PERDON

Reflexión sobre el rencor y el perdón

Si una espina me hiere

¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina, pero no la aborrezco!

Cuando la mezquindad envidiosa clava en mí los dardos de su inquina,

esquívase en el silencio mi planta y se encamina, hacia más puro ambiente de amor y caridad.

¿Rencores?  ¡De qué sirven! ¡Que logran los rencores! Ni restañan heridas, ni recogen el mal. Mi rosal tiene tiempo apenas  para dar flores, y no prodiga savias en pinchos punzadores: si pasa mi enemigo cerca de mi rosal se llevará las rosas de más sutil esencia; y sí notaré en ellas algún rojo vivaz.

¡Será de aquella sangre que su malevolencia de ayer, vertió, al herirme con encono y violencia, y que el rosal devuelve trocada en flor de paz!